jueves, 1 de diciembre de 2011

Dejando por un lado mi prisión, mi casa, mi mundo, mi vida cotidiana, me aventure a caminar por las calles del centro de la ciudad, esas calles mágicas, esas calles anchas llenas de gente... Desde arriba parecemos hormigas, hormigas caminando sin rumbo, caminando... Sin destino, solo queremos llegar aun lugar mejor.

De repente, me adentro en la mirada de esas hormigas, los rostros y los gestos de esas personas... Y mi imaginación comienza a trabajar y es ahí cuando comienzo a colgarles historias, historias un tanto retorcidas...
En tan solo un momento, un hombre que vi caminando por la eterna calle, se convierte en el protagonista de mi novela mental, la cual, su vida es tan perfectamente retorcida y abstracta, que encaja justamente con la mía, y así es como nuestras vidas se unieron en cosa de segundos y fuimos felices para siempre... Y el para siempre se acabo cuando nuestras miradas en la calle dejaron de cruzarse!




Nada que decir, solo unas pocas palabras.

Nada que apuntar. La libreta en blanco. Las manos vacías, ideas perdidas. Debajo de la cama no hay nada. Tampoco encima, salvo un lío de sábanas y cuentos esparcidos por la almohada afónica de tanto soñar despierta..